AGOSTO DEL 2001
-“Hola
jefecilla, Mauricio te dejò esto” y me alcanzo un afiche que decìa “ tu amistad ha crecido mi manera
de apreciar y amar todas aquellas pequeñas cosas que hacen grande la vida” “èl
se fue, yo estoy feliz porque siento que està descansando”, era aquella
jovencita que a la vez era mi colega y que conocì como estudiante y que fue
protagonista de un amor efimero en
tiempo, pero que rompio la barrera del tiempo
Entoncès
lo recordè a èl, con sus 27 años, su piel tostada, sus grandes ojos negros, su
sonrisa abierta, me lo presentò el mèdico que lideraba el programa VIHSIDA en un tiempo, me dijo que nos
colaborarìa en los talleres de adolescentes sobre salud sexual y reproductiva,
y efectivamente diò muchos testimonios, contò su historia, de cómo llego a ser
portador del virus del VIH, HABLÒ DE SUS SUEÑOS, impactaba la fe que mostraba “Dios me sanarà” y muchas
veces, 4 o 6 con intèrvalos de 6 meses me pedìa autorizara nueva prueba
presuntiva VIH Elisa, que son aquellas que detectan anticuerpos totales sin
especificar a cuales proteinas del virus, son muy sensibles, pero requieren una
prueba confirmatoria, en nuestro hospital se utiliza el western blot que
detecta anticuerpos individuales contra todas las proteinas del virus, y
entonces èl empezaba a contar en
regresiva los dìas en que llegarìa el resultado, siempre con la esperanza de
que esta vez el resultado reportara “NO
REACTIVO”, nosotros comentàbamos con el mèdico que dentro de los derechos que
tiene una persona que convive con el virus del
VIH es el de repetir la prueba, a veces en diferentes laboratorios, es
parte del proceso de aceptaciòn.
Recordaba
su tristeza, sus ojos empañados, su voz entrecortada, pero luego a los pocos
dìas estaba otra vez ahì “jefecita en que hay que colaborar” y entonces siempre
aparecìa alguna actividad, que nos apoyara como anotador, que se disfrazara de
payaso para la fiesta de los niños, que nos ayudara a pintar los consultorios,
que limpiara algùn carro, que tomara
fotocopias, que me acompañara a tomar tinto, y asì empezo a ser muy familiar,
uno de los nuestros, de los funcionarios del centro.
Y ahora ella estaba ahì, muy pàlida, enseñàndome que no importaba su
dolor si èl ya no sufrìa, me contò como habìa sido su fase terminal, de cómo
habìa vivenciado todos los estadios de
la infecciòn del VIH en forma real, y entonces ella supo que desde hacia 4 años
el tenìa un recuento de Cd4 por debajo de 100 y eso significaba que hacìa ese
tiempo o màs ya habìa llegado a fase SIDA,
entonces a ella se le iluminò el rostro y dijo “Dios nos diò 4 años extra para disfrutar la vida, con èl todo era
diferente, gozabamos todo, la lluvia, el sol, la comida, nos reiamos de todo,
todos los dias nos veiamos, a veces no tenìamos plata, contàbamos las monedas,
caminàbamos, nos entretenìan los niños, los animales, reìamos cuando ibamos al
parque, y nos subiamos en la montaña rusa, en los carritos choquones, en los
caballo, con èl conocimos la playa, la majestuosidad del mar, cada dìa cada amanecer era una oportunidad, yo no lo sabìa, no sè si èl”.
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