martes, 5 de marzo de 2013

Memorias de Erase una vez una enfermera

El amor todo lo puede,



AGOSTO DEL 2001

-“Hola jefecilla, Mauricio te dejò esto” y me alcanzo un afiche  que decìa “ tu amistad ha crecido mi manera de apreciar y amar todas aquellas pequeñas cosas que hacen grande la vida” “èl se fue, yo estoy feliz porque siento que està descansando”, era aquella jovencita que a la vez era mi colega y que conocì como estudiante y que fue protagonista de un amor efimero en  tiempo, pero que rompio la barrera del tiempo

Entoncès lo recordè a èl, con sus 27 años, su piel tostada, sus grandes ojos negros, su sonrisa abierta, me lo presentò el mèdico que lideraba el programa  VIHSIDA en un tiempo, me dijo que nos colaborarìa en los talleres de adolescentes sobre salud sexual y reproductiva, y efectivamente diò muchos testimonios, contò su historia, de cómo llego a ser portador del virus del VIH, HABLÒ DE SUS SUEÑOS, impactaba  la fe que mostraba “Dios me sanarà” y muchas veces, 4 o 6 con intèrvalos de 6 meses me pedìa autorizara nueva prueba presuntiva VIH Elisa, que son aquellas que detectan anticuerpos totales sin especificar a cuales proteinas del virus, son muy sensibles, pero requieren una prueba confirmatoria, en nuestro hospital se utiliza el western blot que detecta anticuerpos individuales contra todas las proteinas del virus, y entonces èl empezaba a  contar en regresiva los dìas en que llegarìa el resultado, siempre con la esperanza de que  esta vez el resultado reportara “NO REACTIVO”, nosotros comentàbamos con el mèdico que dentro de los derechos que tiene una persona que convive con el virus del  VIH es el de repetir la prueba, a veces en diferentes laboratorios, es parte del proceso de aceptaciòn.
Recordaba su tristeza, sus ojos empañados, su voz entrecortada, pero luego a los pocos dìas estaba otra vez ahì “jefecita en que hay que colaborar” y entonces siempre aparecìa alguna actividad, que nos apoyara como anotador, que se disfrazara de payaso para la fiesta de los niños, que nos ayudara a pintar los consultorios, que  limpiara algùn carro, que tomara fotocopias, que me acompañara a tomar tinto, y asì empezo a ser muy familiar, uno de los nuestros, de los funcionarios del centro.
Y  ahora ella estaba ahì,  muy pàlida, enseñàndome que no importaba su dolor si èl ya no sufrìa, me contò como habìa sido su fase terminal, de cómo habìa vivenciado todos los  estadios de la infecciòn del VIH en forma real, y entonces ella supo que desde hacia 4 años el tenìa un recuento de Cd4 por debajo de 100 y eso significaba que hacìa ese tiempo o màs ya habìa llegado a fase SIDA,  entonces  a ella se le  iluminò el rostro  y dijo “Dios nos diò 4 años  extra para disfrutar la vida, con èl todo era diferente, gozabamos todo, la lluvia, el sol, la comida, nos reiamos de todo, todos los dias nos veiamos, a veces no tenìamos plata, contàbamos las monedas, caminàbamos, nos entretenìan los niños, los animales, reìamos cuando ibamos al parque, y nos subiamos en la montaña rusa, en los carritos choquones, en los caballo, con èl conocimos la playa, la majestuosidad del mar, cada dìa  cada amanecer era una oportunidad, yo no  lo sabìa, no sè si èl”.



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