sábado, 14 de enero de 2012

MEMORIAS DE ERASE UNA VEZ UNA ENFERMERA

FEBRERO 14 DE 1981

 Y el tiempo pasa, la vida se va,  esto que  van a leer a continuaciòn, lo escribì hace 30 años...

Son las 11:34 AM. Me ha dicho la voz del “17”, un servicio telefónico que nos da la hora, siento que los minutos, los segundos se alargan como  plastilina mientras camino de  un lado para otro y entonces recuerdo  como me llamaban en el hospital psiquiátrico   donde trabaje “mariposa vagarosa”
Uno de mis servicios pues  tengo dos a cargo, lo encuentro  casi vacio, es un servicio de ginecología, sus camas con colchones  forrados de azul, paredes pintadas de blanco, desnudas, silencio; entonces pienso que el porcentaje ocupacional debe estar bajísimo, pues al comparar el porcentaje de camas disponibles con el promedio de camas que estuvieron ocupadas durante un periodo  está lejos del 100%, yo veo que los de estadística llevan un reporte diario de camas disponibles, que son el número de camas instaladas y el número de camas ocupadas, pero ignoro si se analizan  porcentaje ocupacional de camas; además llevan un censo diario de pacientes, al igual que un total de días pacientes, se está tratando de que una paciente de parto normal, dure en promedio  8 horas hospitalizada después de haber tenido su bebé, pues existe una hora limite para la salida de pacientes, los trámites administrativos hacen con frecuencia  se aumente estas 8 horas calculadas.
Sin embargo varios han sido los hechos importantes sucedidos hoy: apareció el tensiómetro que tenía a mi cargo, éste elemento lo tengo que utilizar en dos servicio de hospitalización, cada uno con un promedio de 30 pacientes si la ocupación fuera del 100%, entonces pienso pobre tensiómetro trabaja tanto, ha abrazado tantos brazos frios, temblorosos, asustados, se ha angustiado tanto, que en ocasiones he visto descender su aguja casi a cero y también lo he visto  saltar tan alto , que todos  corremos.
También he descubierto el contraste entre atriles enanos y atriles gigantes, que hay en uno de mis servicios, pues algunos están remendados con esparadrapo, la panacea de las enfermeras, pero los veo firmes, muriendo de pie……

FEBRERO 16 DE 1981
Es jueves ya casi se acaba la semana….
Me encuentro con la no sorpresa, pues es algo cotidiano últimamente, de que a una de mis pacientes le han postpuesto  la cirugía ya dos veces, es una anciana de blancos cabellos, piel tersa, de mirada profunda a través de sus  ojos azules, pregunto la razón, me responde “ no hay ropa, anoche no hubo agua” la señora permanece  la mayoría del tiempo acostada a la espera de la esperanza, con sonrisa abierta” en dieta forzosa” añade: “ como soy gordita esto me sentara”
Las camas de ayer y de antier continúan vacias, desnudas, solas….
Mientras estoy dando la droga, una de mis colegas llega luciendo un gorro de papel en la cabeza, de esos desechables que ahora usan en cirugía y que según ella son hechos por personas invidentes de los estados unidos y que nos lo  regalan en calidad de  donación a los países subdesarrollados; viene ofreciendo a la venta bufandas a $500,oo pero no trae la mercancía, aquí se venden pulseras, cadenas, anillos en oro, vestidos de seda, zapatos, levantadoras, osos de felpa, todo a cuotas, para pagar a fin de mes, una auxiliar me conto  que vendió en un mes$70.000,oo, hospital sitio de mercadeo,  negocio, fianza, usura, en fin…

1 comentario:

  1. Luz Myriam Castro Cárdenas18 de enero de 2012, 12:15

    Nunca había pensado en la carga laboral y la angustia del tensiómetro...Interesante.

    En tus reflexiones reconozco a la Ligia de hace 30
    años...y a la Ligia de siempre.

    Sigo a la expectativa.

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