viernes, 20 de abril de 2012

MEMORIAS DE ERASE UNA VEZ UNA ENFERMERA

la vida es simple...


JUNIO 16 DE 1982
Conferencias, encuestas, proyecciones, estudiantes practicantes, me gusta éste ambiente
Vino un médico pediatra, profesor universitario, autor de varios libros, viajero abierto y ávido de conocimientos, nos habló sobre la hidratación oral, ya que éste programa se implantará en el hospital; él es un hombre sencillo, maduro, bajito, semicano, anecdótico, tranquilo, optimista, su lenguaje es sencillo, universal,, práctico,  nos cuestiona, nos hablo de cómo a veces  no se justifica la hidratación endovenosa, nos hablo  de cómo se abusa del diagnóstico amibiasis y de los antiamibianos, nos dio fórmulas  concisas y funcionales en lo que se refiere a hidratación oral.
Luego una auxiliar  me dijo “ el domingo que día, un niño que berrea detrás de mi todo el día y una loca que corre por todo lado, se la paso en el monte”  “cual loca, cual berrea y cual monte?” le respondo, el monte creo son los alrededores dentro del área  del hospital , con montículos de pasto  que no pasan de los dos metros y ella “ la loca”, nuestra paciente mental, tiene  unos 50 años, tostada por el sol, se le frecuentemente acurrucada en los corredores, descalza, con su vestido color café, fue llevada a interconsulta de psiquiatría del centro comunitario y le diagnosticaron “demencia senil”- demencia social, demencia carencial, demencia de viejo- - ya estás rotulada- pienso, te llevarán en 4 días, muchos  pensaran, -ya no molestaras, ya no oiremos tus quejas de que robaron la ropa, no deambularas por los pasillos, se acabaron tus incursiones nocturnas y tus desayunos en el control de enfermería-  “ a dónde iras?  Que te espera? Serán tolerantes contigo? Con tu presente? Con tu pasado? Con tu futuro? “




JUNIO 18 DE 1982
Ahora que veo a María enfrente de mí, ella es la paciente diagnosticada con “demencia senil” tiene un piyama verde y una colcha blanca encima de los hombros, se queja de su encierro y eso que no ha conocido las puertas metálicas con grandes candados  que tienen algunas de nuestras instituciones psiquiátricas.
En éstos momentos evoco un sitio, un hospital psiquiátrico de  puertas abiertas, situado en las afueras de una ciudad fría, alta y tímida, veo como los pacientes deambulan libremente por toda la institución, por los prados, por las oficinas de administración, entran al salón de  conferencias y algunas veces comparten el tinto en los pocillos sin oreja, van por los caminos pedregosos que conducen al centro de la ciudad, algunas viejitas van a misa los domingos, y aprovechar para dar  sus discursos en la plaza principal, curiosean el comercio, regresan luego al hospital, tras un rato de sol, algunas hilan, otras tejen en pasto, otras en lana, pelean, hablan, ríen, preparan sus  propias comidas en los alrededores del hospital con alimentos que han conseguido en el pueblo, bailan, son rostros, expresiones, facetas, instantes, momentos  que uno nunca olvida.
Ellas están entre los 35 y los 50 años, pero se ven más  envejecidas, la mayoría fueron abandonadas por su familia, otras fueron remitidas de  la capital del país, llegaron con diagnósticos de “esquizofrenia paranoide” “esquizofrenia aguda” “sicosis” “retardo mental”, todas marcadas, algunas ya habían probado electrochoques, camisas de fuerza, reclusión, violencia, curas de sueño, por días, por meses,  `por lustros, por siglos, por siempre, ahí va ella con su sombrero negro, sus chaquetas de hombre, sus botas pantaneras, va por el monte, va por el pueblo, va  por  los jardines, habla con nosotros, sonríe, a veces  pelea, recuerdo lo que contaban de su romance con él, con Pablito, sus manos entrelazadas, sus expresiones de afecto

ENSAYO REALIZADO  A FINALES DE  1982, LLAMADO
                                  MARIA…
Y  ella es María, diagnosticada como  una “ demente senil” otros  dirían “demencia carencial” “demencia de viejo” “demencia social”, luce un piyama verde y una colcha blanca encima de sus hombros huesudos, su rostro moreno tostado por el sol enmarca dos ojos negros brillantes,, inquisitivos, sus cabellos semicanos , lacios, indómitos caen despreocupadamente sobre su rostro, sus labios se mueven incansablemente, los aprieta, los estira, gesticula, nos recrimina a veces pidiendo que le devolvamos sus pertenencias que  ella cree le hurtamos, pero sus quejas son simpáticas, tienen la fuerza del reclamo de un niño.
Por eso será llevada en cuatro días a otra institución especializada en problemas  mentales, desaparecerá su figura descalza, delgada, se ira con su  único vestido de color café , dejara la nostalgia del recuerdo, y es ahí cuando muchos se preguntaran serán tolerantes contigo? “ con tu presente, con tu pasado con tu futuro?
Cuando se evocan instituciones psiquiátricas, algunos recuerdan rejas, candados inmensos, teñidos de oxido espeso, amarillento, rostros duros, otros recuerdan figuras vestidas de blanco, rótulos, estudiantes  que se pegan como estampillas, pérdida de la libertad, de la privacidad, que se grita, que se comenta, que se susurra, que se grava, que se escribe, yo recuerdo,
Un hospital psiquiátrico de puertas abiertas, situado  en una ciudad fría, alta, tímida, veo como los pacientes deambulan libremente por toda la institución, por los prados, por las oficinas de administración, entran a la sala de conferencias y algunos comparten el tinto en los pocillos desorejados, otros piden candela, van por los caminos pedregosos que conducen al centro de la ciudad, algunas viejitas van a misa los domingos y los no domingos, dan discursos en la plaza  principal, curiosean el comercio, regresan, se asolean, algunas hilan, una teje en pasto, otras tejen en lana, pelean, ríen, sueñan en voz alta y en voz baja también.
Están  entre los 35 y 50 años, pero la mayoría envejecieron prematuramente, algunas creo que hasta nunca fueron jóvenes, les robaron sus sueños, los perdieron en medio del camino, nunca los tuvieron, nadie lo sabe, la gran mayoría fueron abandonadas por su familia, otras fueron remitidas de una importante ciudad del país, llegaron con diagnósticos de “esquizofrenia paranoide” “sicosis” “retardo mental” todas marcadas, algunas ya habían probado electrochoques, camisas de fuerza, reclusión, violencia, curas de sueño, por días, por  meses, por lustros, por siglos, por siempre
Ahí va ella con su sombrero negro, sus chaquetas de hombre, sus botas pantaneras, con su nombre María, va por el monte, va por el pueblo, va por los prados, habla con nosotros, sonríe, protesta, pelea a veces, recuerdo lo que contaban de sus romances, de él, con Pablito  sus  manos entrelazadas  su afecto compensado,
Y tú María y ella María, simplemente María, donde estarás? 

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