lunes, 25 de junio de 2012

Erase una vez una enfermera...

releo lo escrito hace más de 20 años, para publicarlo ahora, para imaginar a aquella muchacha vestida de blanco, y  se apodera de mí la nostalgia,  emociones de grandes....


DICIEMBRE
Narrativa  escrita para participar en un concurso de la ANEC de escritos literario en enfermería  y que ganó el segundo puesto
El hospital está casi vacio, desierto, se acerca navidad
Las damas voluntarias  han organizado un concurso del “mejor servicio decorado”, y ya en algunos se aprecian guirnaldas relucientes, festones contorneándose al suave vaivén de la brisa navideña que llega de afuera cargada de ilusiones, de risas, de música, de afanes, de bullicio, de regalos, de planes..
En muchos corredores pende la estrella de Belén, y al pasar frente a salas de cirugía, se proyecta sobre un montículo de ropa sucia ensangrentada, tirada en el suelo, el resplandor de las  luces intermitentes del árbol  metálico de navidad cargado de paqueticos con sueños frustrados, con esperanzas rotas, con técnicas asépticas en serie
 En mi pabellón hemos descuidado un tanto lo relacionado a estas festividades decembrinas, sólo unas cuántas siluetas en color plateado representando a la Virgen y San José salpicados de estrellas se hayan pegados en las paredes de la entrada, a lo lejos un biombo de color verde, verde esperanza, que aisla el servicio de quemados, sus gritos reprimidos, sus gemidos sofocados contrastan con las alegres notas navideñas que deja escuchar un radio transistor, son 17 nuestros pacientes quemados, la mayoría por cocinol., hay hombres, mujeres, niños ahí dentro, afuera también hay hombres, mujeres, niños con galones de  diferentes colores que hacen colas interminables para adquirir tan apreciado producto para  la preparación de la cena navideña, cocinol, tus letras suenan a muerte, a dolor, a lágrimas , a futuro incierto
Y siguen transcurriendo los días, las horas, los  minutos, se acerca el 24 de diciembre .muchos se  ganaron la rifa para hacer turno ese día, y llegan las 12 de ese día esperado para muchos, el ruido sordo e la pólvora, el repicar de las campanas, las notas del himno nacional, la música navideña también se cuelan por los corredores, por las ventanas, por los poros de un hospital, muchos pacientes duermen o lo aparentan, otros gimen bajo las sábanas, hay un movimiento constante de figuras de figuras de blanco por los largos pasillos, no hay el silencio habitual de todos los días, de todas las noches, es un hospital pero es navidad, manos que se estrechan, abrazos, feliz navidad, ojos húmedos, el repicar continuo del teléfono, las añoranzas, la nostalgia, luego lentamente  va retornado el silencio perdido, los ruidos habituales, el ritmo de siempre, el bebé que está ávido de vida, el moribundo que sigue sus pasos, el herido que llega, la droga, las estrellas continúan centelleando en el firmamento, la luna sonriendo, el aire frío, la claridad naciente de la madrugada, otro día que empieza

DICIEMBRE 26 DE 1983

La semana pasada estuve 3 días vestida de blanco con mi toca ladeada, no se porque se me tuerce, contando camas, mesitas de noche, colchones de mi servicio, posteriormente pasando a máquina, contabilizando precios de los elementos para entregar un inventario de  $526.000,oo por el que debo responder, pero soy enfermera ,discípula de Florence Nitingale.
Ayer 25, de  7 am a 7 pm estuve de turno, un cielo azul, un sol tibio afuera y  éstos corredores de hospital fríos por dentro,  los  pasillos son oscuros, pues aún en el día se deben prender las luces fluorescentes, que gasto de energía, con que le  hubieran colocado espejos tridimensionales, unas ventanas gigantes, con eso bastaría y ahora se nos dice que los compensatorios acumulados  por trabajar dominicales sin recargo ya  no se nos darán, entonces el hospital se sentía más frío
Hoy hemos  tenido dos visitantes: 2 personas del comité de infecciones a nivel central, me saludaron muy amablemente cuando pasaba frente a cirugía, donde había un montículo de ropa sucia, ensangrentada, tirada en el suelo, y al frente de salas de cirugía pendía la estrella de Belén y a lo lejos se veía el resplandor de las luces intermitentes del árbol  metálico de navidad cargado de paquetitos con sueños frustrados, con esperanzas rotas, con técnicas asépticas en serie, con protocolos de manejo, me muero de pena
A propósito les contare que éste año el hospital luce muchos adornos navideños, pesebres, árboles, coronas y todo hecho con material reciclable, los cauchos de venoclisis, equipos de  suero, pedazos de galones, fuentes luminosas con agua que susurra, que canta, y que produce  efectos visuales, táctiles, maravillosos,
Ah me aparte del tema, los del comité de infecciones venían  con el jefe de quemados de nivel central y otros 3 distinguidos jóvenes y simpáticos pediatras que también trabajan en quemados y que conocí en un taller y que escucharon mis quejas,  se caracterizan por su disciplina en cuanto  fomentar y hacer cumplir la técnica aséptica, el aislamiento preventivo y que además  hoy se atrevieron a cruzar el biombo de flores verdes que indica
“deténgase, pare, “ y que aisla el  pabellón de quemados del resto, iban elegantemente vestidos en paño y corbata, se sentía el olor embriagador de la colonia importada, me saludaron y yo sonreí como siempre



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